domingo, 3 de abril de 2011

Tres ‘Chavos’ le cambiaron la cara al Ídolo del Astillero



Bryan de la Torre trepó la alambrada del estadio Rumiñahui de Sangolquí para dedicarle a los hinchas de Barcelona el tercer gol de su equipo en la victoria (3-2) ante el Independiente José Terán. Fue una jornada inolvidable para el futbolista juvenil.
En la víspera, se especuló respecto a quién ocuparía el puesto que otorga el reglamento a un jugador menor de 20 años. Algunos apostaron por Christian Cruz, otros por Dennis Quiñónez y los demás por De la Torre. Álex Aguinaga se la jugó por los tres juveniles, a quienes en México se los conocería como ‘Chavos’.
La tarea no fue fácil para los amarillos, que a los 18 segundos de iniciada la partida ya estaban en desventaja, luego de que Narciso Mina receptara un pase largo de Daniel Samaniego y con disparo cruzado doblegara la resistencia del golero Máximo Banguera, ante el tardío cierre de Iván Hurtado.
Viejos fantasmas comenzaron a rondar la banca amarilla. El ‘Güero’ Aguinaga permaneció sereno y desde la zona técnica le pedía a sus dirigidos que mantengan la figura táctica ensayada durante la semana.
Once minutos después, De la Torre era derribado en el área, una falta que el argentino Rodrigo Marangoni se encargó de canjear por el tanto del empate del ídolo ecuatoriano.
Un remate de Anderson Caicedo causó zozobra en la zona ‘torera’, pero Banguera respondió de manera efectiva.
Quiñónez y Luis Caicedo ajustaron la marca, especialmente sobre Wellington Sánchez y Daniel Samaniego. Cruz cerró su banda, mientras De la Torre continuó inquietando a la defensa local. Los juveniles estaban poniendo esa dosis de garra que el hincha tanto pedía a los “consagrados”.
Una tercera falta de Koob Hurtado sobre De la Torre marcó la historia del partido. El zaguero de Independiente fue expulsado y Barcelona encontró una brillante oportunidad para ponerse en ventaja.
Hólger Matamoros no se equivocó y con certero remate derrotó al guardameta.
Los locales no se dieron por vencidos. Mina y Caicedo continuaron atacando por el sector de Iván Hurtado. Tuvieron tres oportunidades para anotar, pero se estrellaron contra la seguridad de Banguera.
En el minuto 68 Sánchez fingió una falta en el área del visitante. El árbitro Roddy Zambrano cayó en el engaño y sancionó el tiro penalti que Samaniego se encargó de anotar.
El empate no desanimó a los seguidores del Ídolo, que desde las gradas aprobaban con sus cánticos y aplausos la forma valiente en la que los jugadores encaraban el encuentro.
Aguinaga ordenó el ingreso de Iván Borghello, buscando aprovechar los espacios que dejaba un contrincante en inferioridad numérica.
A falta de seis minutos para el pitazo final, Borghello puso un pase en profundidad para De la Torre, que ante la salida de Azcona convirtió el gol que consolidó el exitoso debut de Aguinaga y sus “Chavos”.
Los nervios no se notaron en Aguinaga

Llegó a la cancha vistiendo ropa inusual. No lucía uniforme de juego, ni siquiera un calentador como los que usan los integrantes de los cuerpos técnicos. Era su debut como entrenador y para ello vistió con toda la seriedad del caso. Álex Aguinaga lució un traje café y zapatos del mismo color para su estreno como DT.
Saludó efusivamente con su colega, Julio Asad, técnico del Independiente, quien le dio unos consejos que el “Güero” agradeció. 
Luego, mientras avanzaba en medio de la gran cantidad de fotógrafos y camarógrafos que buscaban una imagen suya, saludó a su amigo Wellington Sánchez, excompañero de la selección nacional.
Cuando el árbitro Roddy Zambrano dio el pitazo inicial, Aguinaga, parado en la zona técnica, se persignó, cruzó los brazos y puso atención a lo que empezaba a darse en el campo de juego. Su tranquilidad pareció perderse por unos instantes cuando Narciso Mina anotó el primer gol de los locales. Pero, luego se volteó para ver a sus ayudante de campo, dio unas palmadas y dirigió su atención a la cancha. Miró a sus jugadores, les dio una voz de aliento, nuevas instrucciones y siguió viendo el juego con tranquilidad. 
Cuando llegó el empate, sonrió. Se congratuló con los jugadores que estaban en la banca, pero no se excedió.
Muy diferente fue cuando Matamoros puso en ventaja a Barcelona. Su sonrisa amplia la compartió con todos y chocó las manos con el goleador que se acercó a la banca.
Aguinaga nunca se sentó y caminó muy poco. Estaba casi siempre en el mismo sector, con los brazos cruzados o moviendo las manos cuando daba alguna indicación. 
Al llegar el gol de De la Torre, su felicidad fue mayor. Se abrazó con sus asistentes y con los jugadores. 
Al final del partido volvió a sonreír. Esperó a sus muchachos para felicitarlos y se retiró. Antes, dio declaraciones, mostró su orgullo por lo realizado por sus jugadores. Aguinaga tuvo su debut soñado.
Fuente: Expreso

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